Soldadito

Friday, December 16, 2011


((desde siempre y para siempre))

Thursday, December 08, 2011

El cuento que no te cuentan


El invierno se ceñía salvaje sobre la pequeña construcción de Duende, sus ventanitas tiritaban de hielo y su chimenea se sentía arrugada y mocosa de tanto diciembre en las maderas. Nadie diría que aquella casita rebosaba luces hace apenas 10 años y que una estrella de oro/papel había estado colgada hasta las alturas, casi más arriba que cualquier otra estrella. Duende se arropaba igualito que había visto en las películas, a toda costa intentaba disimilar la urgencia que sentía por que el tiempo pasase, deseaba despertar y ver a todos ya repuestos de la infinita alegría que se suponía serian las navidades, dudaba sobre su propia convicción y entonces daba un grito sordo aquí y una bofetada blanca allá.

A veinte planetas de distancia vivía el noble Genaro, como le llamaban todos sus vecinos. El noble Genaro era de ascendencia inusual, se sabía que su madre había sido ladrona en los aeropuertos y que su padre era desertor de las tropas malvaviscas de Plutón. Contrario a Duende en realidad su historia era un invento trazado por el mismo desde su infancia, un camuflaje para no ofender con las heridas de sus patas a los pocos visitantes que ya venían a verle. Si, sus patas pues el noble Genaro era un ratón.

Duende sabia del noble Genaro y el noble Genaro pretendía descubrir algo sobre Duende. Entonces sucedió el jueves a la mañana, un relámpago extraviado se materializo en los jardines del noble Genaro, se hizo…digamos que se hizo una pequeña llama, una llama increíble y calentadora, con ella el noble Genaro pensó que se haría millonario de golosinas durante el invierno. La usaría para calentar los arbolitos secos del bosque, y también para guiar el camino vuelta a casa de los perros de la calle.

El noble Genaro puso inmediatamente su letrero en la sección ámbar, una y mil llamadas sonaron durante los siguientes once segundos, el noble Genaro no atendió. De inmediato se daba cuenta de su torpeza, no podía y no quería lucrar con aquella joven llama que encima apenas sabía decir una palabra. El noble Genaro desconecto el cable de su teléfono inalámbrico y puso te (de manzanilla) para la pequeña llama.

-¿Cómo te llamas querida llama?- pregunto el noble Genaro.

-Me llamo Cerillo, soy niño. Aunque en el colegio de cerillos siempre me molestan, dicen que en realidad soy una mechita, yo intento no hacerles caso pero la verdad es que no he encontrado mi destino. Vine aquí buscando a Duende, se dicen cosas maravillosas sobre él. Se dice que ha salvado incontables veces a caballeros heridos, que ha liberado almas prófugas del calvario, que su dimisión del cielo fue una revolución ganada sin una gota de sangre y que incluso, en el colmo de lo sagrado, una vez hizo sentir león a un pobre ratón que vagaba frágil y herido en el mundo de las sombras.-

El noble Genaro no dijo nada, pero igual sentía su nariz moviéndose aun si él no hablaba. No quería perder su llama, Cerillo lo calentaba todo y su casa se había convertido ya en un hogar.

Sin embargo sabía que no tenía derecho de entrometerse entre el destino de Cerillo y el calor que tanto hacia falta a Duende. Así que fue y conto todo a Cerillo mientras ponía chocolate caliente a hervir en una ollita de barro, Cerillo que además era sumamente inteligente no hizo ninguna pregunta, bebió el chocolate y se fue a dormir dejando la casa en una tibieza azul y melancólica. Por la mañana Cerillo parecía más grande, el alma de su fuego empezaba a hincharse, era como si calor creciera a través de la nobleza de la gente. Él noble Genaro lo vio más grande y sacándose los guantes acaricio el mechón rojo de su llama –lo sé, en unos minutos estaré listo y te llevare donde Duende-

-espera- replico Cerillo –he traído un disfraz, de esa manera duende no sabrá que eres tú, que habiendo escuchado y pensado la historia entre ustedes dos quizá lo mejor sea darle tiempo, no presionarlo con el hecho de que seas tú quien le ofrecerá el calor que en su casa se ha perdido. Deberás ser muy discreto y utilizar todas tus dotes actorales; también se dice que el orgullo de Duende es más grande que la montaña imaginaria de tréboles-.

En realidad aquello no le hacía mucha gracia al noble Genaro, pero también sentía un profundo agradecimiento por Cerillo así que no sería él quien arruinara la navidad de una joven llama que estaba a punto de convertirse en fogata o quien sabe, tal vez con suerte, hasta en fuego olímpico.

El noble Genaro cogió el disfraz y se lo puso, sombrero pirata, parche (en el ojo izquierdo) y una pata (también la izquierda) cubierta con pino simulando ser toda de madera. A punto estaban de salir cuando Cerillo recordó las hazañas de Duende, así que llamo al noble Genaro y le almidono el pecho así no se notaria el hueco que llevaba en él con la forma exacta de la cabeza de Duende. Ya una vez realizada la transformación Cerillo no sabía cómo harían para cruzar veinte planetas y estar a tiempo antes de la navidad en casa de Duende.

-¿En que iremos? Tú no tiene nave espacial.

No, no tengo, en realidad no me gustan prefiero caminar. Las naves espaciales son ruidosas, contaminantes y además hacen que la gente se convierta en gente mala, gente sin educación y grosera. Las naves espaciales mas nuevas hacen ver viejas a las naves espaciales menos jóvenes, no muestran respeto y sus pilotos se enamoran de ellas, no advierten que las naves espaciales muchas veces matan gente y deslucen avenidas lácteas enteras que en realidad estaban puestas ahí para pasear bajo las lluvias. No tengo nave espacial, y además nunca me hizo falta para ir en busca de Duende. Siéntate aquí a mi lado, cierra tus ojos y piensa en ella.-

-¿En ella? ¿Es que acaso Duende es mujer?-

-Claro que es mujer, quien si no una mujer haría sentir león a un noble ratón que además mueve la nariz cuando habla. Tranquilo será mucho mejor de lo que crees. ¿Listo? A la de tres…tres, dos, a volar.


Así se fueron juntos cerillo y el noble Genaro. Cuando llegaron Duende parecía un panda de tantos y tantos abrigos que llevaba puestos, cerillo cogió un rincón de la casa, que eso si, estaba limpísima. Duende al sentir el calor despertó sonriente, luces de navidad brotaron como rosas en su casa, el olor a ponche era tanto que no hacía falta beberlo, por la nariz se satisfacía el antojo. Duende en su inmensa sabiduría no dijo nada, pego un brinco y se saco los abrigos, rió hasta reír de aquel improvisado disfraz de pirata, saco de su caja secreta unas lágrimas que había guardado del noble Genaro y las seco.

Cerillo lo miraba todo y crecía y crecía y crecía y crecía. Duende le acerco troncos para saciar su hambre y fue a donde el noble Genaro, le desvistió y sobre todo saco el almidón de su pecho para recostarse. Cerillo estaba aun despierto cuando en el noble Genaro empezaron a extenderse sus patas, cuando de su cuello empezó a brotar una hermosa melena de león.
O.E.A.

Tuesday, December 06, 2011


Arenita y Soldadito
((contra quien se ponga enfrente
))


iaaaaakkkkk :(

Monday, December 05, 2011


((You are my secrets on the front page every week))


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