Soldadito

Wednesday, April 01, 2009

Había algo en ella, en su manera de fruncir el ceño cuando el sol acariciaba su cara, yo me quedé inmóvil, como tocado por el tiempo. Pasó a mi lado y el viento, en un gran acto de caridad, acarició su cabello y me invitó a olerlo. Esa fue la primera vez que la vi.
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Yo nunca dudé de mis capacidades y me tenía en buen concepto, jamás he carecido de ideas y tengo una lengua diestra, podría decirse que soy una buena compañía, y en los asuntos de alcoba me limitaré al silencio, pero sólo por caballero, no por falta de historias. En fin, todo esto no me ha servido de nada, pues cuando se trata de Abril, pierdo la elocuencia y algunas veces la cordura. Jamás me atreví a hablarle, junto a ella no soy nada, no quiero ser nada, ni siquiera el viento, no me atrevería, no podría pretender si quiera despeinar su cabello. ¿Cómo puede alguien merecer lo inmerecible? Mis propias palabras duelen, no debería estar hablando de ella.
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La he escuchado decirle a su hermana que desea ser escritora, ¿qué podrían decir esas dos manos al mundo?, ¿podrían escribir mi nombre algún día?, aún si escribiera epitafios mi admiración sería inmensa, tan grande como su soledad. Siempre camina sola, no comparte su mundo, y cuando llega a aventurarse con alguna confesión, ésta siempre muere en los oídos de su hermana, tan discreta como las tumbas. ¿Qué puedo decir yo de esto? Me he enamorado del cuarto mes del año y éste se me aparece como una hoja en blanco, como una palabra de amor jamás pronunciada, ¿puedo amarte para toda la vida? porque si tú me lo preguntas a mí, no tengo respuesta. Yo creo en todo lo que tú dices y tu verdad es mi verdad.